lunes, 2 de febrero de 2009

La tacita de Juan, Santiago

El sábado 31 de enero disfrutamos de una comida en La Tacita, en a rúa do Horreo, lugar de lo más céntrico de Santiago. Es un local clásico ya, donde a la sobria decoración las exposiciones que reciben le dan una nota colorista. Ambiente cálido con zona para no fumadores.
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En la carta encontramos los clásicos en todo su esplendor, y a ellos acudimos. De primero la empanada y las croquetas, ya que no quedaban fillos rellenas. Además e pueden encontrar algunos mariscos, pulpo y otros manjares habituales en cualquier restaurante gallego. De segundo nos decantamos por el cogote de mero, el pulpo sobre puré, las chuletillas de cordero y la milanesa de solomillo. Todo ello bien elaborado, pero sin la más mínima nota de innovación. El pulpo en su punto, el cogote perfecto de cocción aunque con acompañamiento que lo desmerecía por unas patatas insípidas, y la milanesa jugosa. Además podemos encontrar la zorza con patatas y huevos fritos, mero y merluza, y carnes de ternera. Los precios entre los 13€ (milanesa) y los 22€ por plato, no son baratos pero tampoco resultan de atraco. A los postres las cañas (caseras y bien elaboradas, crujientes y con una crema sabrosa) el helado de queso con membrillo (parece el mismo repostero que en el Fornos, me da en la nariz) y otros clásicos como el tocinillo y el arroz con leche. En el precio de los vinos y los postres no hay una subida excesiva, bastante contenidos, con una carta de mayor entidad que en otros locales de la zona como el Fornos.
La clientela la componen familias "de corte clásico", y gente en torno a los 50-60 de Santiago.
Bien para probar los restaurantes de la zona, pero seguiremos buscando la mejor elección

Restaurante Fornos

Uno de los clásicos de Santiago, situado en el centro, justo en la plaza de Galicia. Desde allí a un paso la catedral y las zonas de vinos de la zona vieja.
En el Fornos se suelen celebrar reuniones de trabajo, así como celebraciones de lecturas de tesis y otras comidas formales. En una de sus entradas se puede ver una cetárea de mariscos, aunque en nuestro caso fuimos allí para probar las joranadas del arroz que celebran en enero.

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Decoración clásica, con varias dependencias separadas. Parece más una casa en la que los salones se han adaptado para comedores.
Comenzamos por unas zamburiñas al horno y las croquetas (ultimamente siempre nos tocan, ya que a la enana le hacen chiste, y así participa de la comida) Después nos decidimos por un arroz de mariscos caldoso, y por una arroz negro con choco. Bien de puntos, el uno mojado y el otro seco, y sabrosos. Muy abundantes las raciones. El problema fue la espera entre los dos primeros, muchísimo tiempo, exagerado para mi entender cuando tenía más de la mitad de las mesas libres y era un sábado a mediodía.
La carta de vinos demasiado clásica, centrada exclusivamente en ribeiros, albariños, riojas y riberas, y a unos precios demasiado elevados. En los postres algún detalle interesante, como el helado de queso con membrillo, pero también a unos precios desorbitados.
En resumen, que hay mejores elecciones en la misma zona, y a precios mucho más contenidos.

Restaurante Ruta Xacobea

Visitamos Ruta Xacobea como cada primero de año. Es uno de los pocos restaurantes que permanece abierto ese día, y ya es una tradición ir allí, como lo es el comenzar por el queso de tetilla que te sirven mientras esperas por la comida. Por si alguien no lo conoce, es un hotel-restaurante situado cerca del aeropuerto de Lavacolla, que además es el encargado del catering que sirven algunas de las aerolíneas que paran en Santiago.

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Normalmente disfrutamos del arroz con bogavante, hecho como en paella, no caldoso, pero esta vez nos sorprendió la perdiz con habas al vino tinto, y nos decantamos por ella. De primeros las croquetas (Antía ya empezaba a comerlas) y la ensalada de frutas, todo un clásico para nosotros. Se echa de menos otro aderezo a parte del consabido aceite y vinagre, pero es un plato recomendable para el día de Año Nuevo.
Después Isabel y yo nos decidimos por la perdiz al vino tinto con habas, bien elaborada y en una ración que sobrepasaba con mucho nuestra capacidad. Y a un precio de 13€ por plato. Mis suegros las chuletillas de cordero y la merluza con grelos, otro de los clásicos del restaurante. A los postres apenas llegamos, así que con el café y un Campillo nos conformamos. El precio en torno a los 30€ por persona, bastante comedido para los que se estila en estos días. El ambiente muy familiar y el servicio agradable.