viernes, 2 de noviembre de 2007

Yayo Daporta en Cambados


Un auténtico placer para los sentidos, lástima que sea restaurante de fumadores, y no tenga una sala para no fumadores.
Una buena opción es el menú degustación, con aperitivo, dos medios primeros, un pescado, una carne y un postre. Este menú cambia, escogiendo diferentes platos de la carta, y resultando por 35€, con bodega aparte.
Este mes de agosto fue mi última visita al Yayo, y la verdad es que estoy pensando en volver en cuanto pueda. El edificio es una antigua casa señorial en la parte antigua de Cambados. Este pueblo merece la pena, y no sólo porque sea mi lugar de trabajo, sino por su casco antiguo bastante bien conservado. Podremos pasar un buen rato callejeando, y tomando un albariño en alguno de sus bares, costumbre muy extendida entre los nativos, y los forasteros.
El comedor tiene un toque cálido y elegante, con una decoración muy sencilla y acogedora. De especial interés es su bodega abierta a los comensales, con cerramiento de vidrio, a donde nos invitarán a pasar para escoger nuestro vino. No dudéis en hacerlo y os sorprenderán determinados caldos, que se salen de los más escogidos en los circuitos habituales. También el servicio del vino es acorde con esta presentación.
Ya metidos en faena, si estamos interesados en pedir a la carta, puedo comentar mis favoritos -reconociendo que no he llegado a probar todos sus platos-. El aperitivo de mousse de coliflor con vinagreta de café y berberechos resulta una combinación atrevida y muy bien encajada, donde no hay un sabor que destaque especialmente por encima del otro. Bien el juego de contraste de las texturas entre esa mousse cremosa y suave, la vinagreta con "tropezones" y los berberechos y su textura tan especial.
Como primero me decantaría por la tempura de berberechos sobre crujiente de arroz y algas. Realmente sorprendente. Se aprecia la buena técnica y se agradece el buen trato que se hace de un producto tan local como el mejillón. También me parece muy interesante la terrina de foie con queso de Arzúa y calabaza caramelizada, un verdadero placer para los sentidos la mezcla del foie con el dulzor de la calabaza.
De los pescados me quedo con el bacalao confitado con pil-pil de ajada y pimientos salteados. Una interpretación muy interesante del clásico bacalao a la gallega. no me resultaron especiales, en otras ocasiones, los salmonetes de roca con trigueros -quizás no sea un pescado santo de mi devoción-, ni el escacho con crema de guisantes y tirabeques, un acompañamiento que no me parece que encajase en ese plato.
Ahora mismo no lo tienen en la carta, pero en verano tenían un carpaccio de cigalas sobre arroz meloso de marisco que resultaba espectacular.
En cuanto a las carnes he probado la carrillera y el solomillo, y me parecen bien trabajados. Me han quedado ganas de probar su cochinillo confitado, pero será en una próxima visita.
Y los postres, qué decir de los postres. Difícil decantarse por uno solo. El imperial de chocolate, el bizcocho líquido de gianduja son un placer para los que somos forofos del chocolate. Sería un lujo tomarse los dos. Los recomiendo sin ninguna duda. Muy interesante también la versión de otro clásico gallego: el queso con membrillo, en su MOUSSE HELADA DE QUESO
DE TETILLA, ESPUMA DE MEMBRILLO Y REDUCCIÓN P.X., para mi gusto un lujo. El único que me dececpcionó un poco fue la sopa de chocolate blanco con helado de frutos rojos. Quizás será por comparación.
Terminan la comida con unas golosinas: melón con piña, alquequenje (physalis), y cuchara de crema catalana.
No dudéis en ir.
Yayo Daporta:

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